Al principio chocaban un poco estos métodos modernos para solucionar problemas cotidianos, pero poco a poco los fuimos normalizando e integrando en nuestras vidas. Primero fueron las speed dating, que llegaron a la isla en 2013. Ahora, la última versión de este sistema está causando verdadero furor, tal como nos cuenta uno de sus usuarios:
“Estaba de los nervios. Nunca había participado en nada parecido y temía parecer un desesperado por apuntarme a esto, pero al final me decidí a probar qué era eso del speed-nosequé del que me hablaban todos mis colegas. La primera impresión al entrar al local fue impactante, era como un paraíso para gente como yo. Sentados cada uno en una mesa había concejales de urbanismo, técnicos municipales, miembros de la Cotmac, funcionarios del gobierno de Canarias, del Cabildo, periodistas, … y yo disponía de cinco minutos con cada uno para intentar convencerles de que legalizaran mi negocio. Sí, por fin había llegado a Lanzarote el speed-chanchulling”.
“Después de terminar mi ronda señalé como mis favoritos al vicepresidente de la Cotmac y a un chico del Cabildo simpatiquísimo. Me causaron una buena impresión y salí muy ilusionado con la idea de poder tener al fin un negocio en regla. Ellos me guiñaban el ojo como tratando de decirme que no me preocupara, que la cosa saldría bien, que sabían que yo iba a darlo todo porque aquello saliera adelante”.
Y así fue, porque este muchacho encontró en aquellas citas justo lo que estaba buscando. Su bodega fue legalizada como por arte de magia. Lo que eran alteraciones intencionadas en planos se convirtieron en “errores subsanables” y la culpa de lo todo se la echaron a unos técnicos que ya tenían una pila de condenas y que estaban protegidos por el ayuntamiento. “Le debo mucho al speed chanchulling”, nos cuenta nuestro afortunado amigo, “era cuestión de tiempo que la corrupción dejara de verse como algo feo y oscuro y que se hablara abiertamente del tema, sin pudor. Este sistema es la hostia”.