Se sienten discriminados por una sociedad que, “de buenas a primeras”, desprecia la corrupción y todo aquello que la rodea. Pero el equipo humano de personas que llevaban y recogían los cheques y maletines de Dimas Martín se han rebelado contra “un estigma que no merecemos”, según han declarado.
Por todo ello han decidido crear el colectivo “Testaferros sin fronteras” para defender una profesión sin la cual “la maquinaria económica actual no podría funcionar”. Su presidente de honor, Matías Curbelo, asegura que mientras haya corrupción, su labor es irremplazable y que “para el riesgo que corremos, la remuneración que recibimos es insuficiente”.
“Gracias a gente como nosotros, Dimas ha podido decir durante años que no tenía dinero, miren si somos importantes y de de confianza”, comenta un trabajador portuario jubilado que ingresó más de 40.000 euros en sociedades de la familia Martín.
En la misma línea se expresa su hija, una administrativa del Cabildo adscrita al PIL, a la que Dimas llegó a llevar en su coche al banco para que ingresara por él más de 10.000 euros en diferentes cuentas de María Elena Martín, la esposa del líder de los insularistas. “No era fácil llegar a la ventanilla del banco para hacer un ingreso de un dinero que no sabes de dónde viene y a veces ni a dónde va, aunque te lo podías imaginar. Hay que tener agallas para hacer ese trabajo”.