Las finalistas del Concurso de Murgas trabajan contrarreloj para componer temas sobre las goteras del recinto ferial
TAMBIÉN RETOCARÁN SUS DISFRACES PARA IMPERMEABILIZARLOS
Tras actuar el pasado miércoles bajo una intensa lluvia que acabó por mojar a parte de los asistentes, las seis murgas que se disputarán esta noche la gran final del concurso de este año llevan 36 horas ininterrumpidas encerradas en sus sedes para componer temas sobre las lamentables condiciones del recinto ferial. “Nunca nos había pasado que en plenas semifinales vivamos en directo un episodio que entendemos que es necesario reflejar en nuestras críticas, pero así ha sido y vamos a trabajar sin descanso para poder retratar una situación dantesca como la que pasamos el miércoles”, señaló uno de los participantes.
Además, están trabajando sin descanso los responsables de los disfraces de las murgas finalistas, de cara a impermeabilizar los atuendos con que concurrirán a la final del concurso. “Después de meses de curro no nos vamos a arriesgar a que por culpa de un techo con goteras se nos echen a perder los disfraces, así que también nos toca sacrificarnos estas horas para impedir que nuestras murgas acaben empapadas”, aseguró uno de las costureros.
Por su parte, el Ayuntamiento de Arrecife ha emitido un comunicado en el que afirman que tanto el temporal como las goteras “estaban previstos” y que el objetivo era “ofrecer más material a las murgas para sus corrosivas canciones”. El concejal de Festejos, David Duarte, reconoce ahora que la estrategia del consistorio era “arriesgada”, pero que se hizo con buena intención. “Podíamos haber arreglado el techo hace años, pero nos pareció que unas buenas goteras podrían suponer dar carnaza a las murgas para que desplieguen toda su socarronería a cuenta del lamentable estado del recinto ferial”, dijo el concejal.
Para la final de esta noche, el ayuntamiento ya ha recibido más de veinte solicitudes para instalar un mercadillo de venta de chubasqueros y paraguas en la entrada del recinto. Según Duarte, “esto demuestra que no hay mal que por bien no venga, y que incluso unas pequeñas goteras pueden servir para dinamizar el comercio de artículos para la lluvia, que habitualmente tiene tantas dificultades para sobrevivir en una isla tan seca como la nuestra”.