San Ginés: “Los monjes tibetanos también me han dicho que no es necesario revisar la adjudicación del contrato del agua al estar superada por el acuerdo-sentencia con Club Lanzarote”
LOS MONJES LE HAN REGALADO UN FULAR SAGRADO PARA SECAR SUS LÁGRIMAS EL DOMINGO
Nuestros colegas de la prensa humorística recogieron el pasado viernes el divertido encuentro de Pedro San Ginés con un grupo de monjes tibetanos la semana pasada en San Bartolomé. En un primer momento, el presidente se acercó a ellos pensando que se trataba de una murga, y quiso preguntarles si estaban satisfechos con la subvención que le había dado el Cabildo este año y pedirles el voto para Coalición Canaria.
Sin embargo, tras comprobar que no eran una murga sino unos monjes tibetanos, San Ginés aprovechó para preguntarles su opinión por la providencia del Tribunal Supremo que ha desestimado el recurso del Consorcio contra la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Canarias que ordena la revisión de la adjudicación del contrato con Canal Gestión Lanzarote. “Y la respuesta que me han dado estos señores ha sido nuevamente concluyente”, asegura el presidente, “ya que me han asegurado que el acuerdo al que llegué con Club Lanzarote tiene rango de Ley Suprema Tibetana y que por tanto cualquier otra sentencia es intrascendente e irrelevante. Todo está legal”.
Los monjes tibetanos, al comprobar el estado de nerviosismo de San Ginés, decidieron entonces regalarle un fular sagrado “con el que secar sus lágrimas el próximo domingo”. Según los monjes, “será duro perder coche oficial, viajes oficiales, influencia con empresarios... será duro pero pañuelo sagrado consolará a presidente en momento difícil”.
Sin embargo, a pesar de que los religiosos se encuentran en la isla para traernos su mensaje de Paz y Espiritualidad, sufrieron un incidente con San Ginés en el momento de la despedida. El presidente interpretó el gesto con los labios de uno de los monjes como un beso volado y le increpó al grito de “le vas a tirar besos a tu Buda madre, tibetano de mierda, que yo te cojo y te parto la cara hijo de Buda”. Por suerte para los monjes, el equipo de San Ginés logró empujarle hasta la furgoneta de campaña donde le suministraron sus habituales sustancias calmantes.
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