En un futuro cercano, el consejero de Política Territorial, Marcos Bergaz, y el redactor del Plan Insular, José María Ezquiaga, conversan en un vertedero de camas, junto a Famara.
Bergaz (B): Tarde o temprano tenía que pasar esto, José María. Se nos fue de las manos por completo.
Ezquiaga (E): Bueno, desde el punto de vista económico ha sido todo un éxito.
B: ¿Estás de broma? Tenemos hotelitos hasta en Tabayesco, las carreteras están petadas, apenas se encuentran pisos de alquiler… ¿cómo puedes decir que ha sido un éxito?
E: Hombre, quiero decir que nos habíamos planteado como objetivo diversificar la oferta turística y lo hemos logrado. Ahora tenemos turismo de aventura, turismo de golf, turismo de senderismo, turismo de congresos, turismo de cruceros, turismo deportivo, turismo de bodas, turismo de submarinismo, turismo gastronómico, turismo escatológico, turismo de carreras de sacos…
B: Sí, claro. Y turismo de sol y playa.
E: Sí, bueno, se trataba de buscar alternativas y es lo que hicimos. El único problema ha sido que todas esas alternativas han tenido un éxito increíble.
B: Claro, ese ha sido el problema. Si antes, solo con el turismo de sol y playa, ya venían 3 millones de turistas, ahora tenemos el doble, y hasta los cuartos de apero se están usando como alojamiento turístico.
E: La cuestión es que tuvimos éxito, Marcos.
B: La cuestión es que morimos de éxito, José María.
E: Ala, ya salió el trágico. Morir, morir, eso es relativo hombre. Los datos económicos son espectaculares y los empresarios están muy satisfechos según las encuestas.
B: ¿Pero de qué me estás hablando? ¿Te digo que ya no se puede estar tranquilo en ninguna playa y tú me hablas de encuestas?
E: Bueno Marcos, parece que estás en uno de tus días que no atiendes a razones. ¿Sabes qué te digo? Que hicimos bien nuestro trabajo y punto, porque se trataba de seguir creciendo, joder.
B: Sí, se trataba de seguir creciendo. Quizá lleves razón y todo esto fuese inevitable.
E: Claro que sí hombre. Es como lo del rabo de gato, cuando te advirtieron que había que hacer algo para evitar la plaga y no terminar invadidos por la planta como en otras islas, ¿recuerdas? Es verdad que no hiciste gran cosa, pero la cuestión es que era inevitable, ¿no es así?
B: Es verdad, José María. ¿Qué sentido tiene luchar contra lo inevitable?
E: ¿Ves? Ahora sí estás viendo las cosas con claridad. Vamos, que te invito a comer.
B: ¿A esta hora? Imposible. Está todo lleno.
E: Schh. Y dale. ¡Estás hecho un Pink Floyd!