El Cabildo pone en marcha la campaña “Agüita con el plasta” para alertar del problema de los pesaos
Todos conocemos alguno. Se te pegan como una camiseta sudada y te atrapan con sus historias repetitivas y te generan esa sensación tan desagradable de querer huir y no poder hacerlo. Hasta ahora ninguna institución pública le había prestado atención a una problemática muy común, sobre todo en reuniones navideñas, que según algunos estudios sufre hasta el 70% de la población. Por todo ello, el Cabildo de Lanzarote, a través de la oficina de la Reserva de la Biosfera, ha puesto en marcha la campaña de concienciación “Agüita con el plasta”, como un primer paso para que los ciudadanos conozcan las peligrosas consecuencias que tiene para nuestra salud la presencia habitual del clásico comeorejas que sacia su diarrea verbal con víctimas inocentes.
“Cuando me hablaron por primera vez de este asunto reconozco que fui algo escéptico sobre su importancia, ya que solo lo había sufrido un poco con Echedey, que te mira fijamente y es capaz de hipnotizarte con su palabrerío vacío”, reconoce el presidente del Cabildo, “pero cuando me lo contaron por vigesimocuarta vez, entendí que era una cuestión que había que abordar incluso con urgencia”, asegura San Ginés.
La campaña constará de una serie de charlas en los institutos y de un importante despliegue mediático en prensa y televisión para alertar a la población de esta nueva plaga social. “Un plasta rara vez reconoce que lo es, por lo que la prevención del problema en los agresores es bastante complicada”, afirma el psicólogo Juanma Jareta, director de “Agüita con el plasta”.
“A veces es el abuelo que cuida de nietos indefensos, a veces es un compañero de trabajo que solo piensa en las calorías de las hamburguesas, otras es un comentarista obseso de radios y diarios digitales con ideas disparatadas. Pero lo cierto es que esta es la primera vez que los plastas son considerados como lo que realmente son, un riesgo para la sociedad”, asegura Jareta.
Para este psicólogo, “los plastas eligen a sus víctimas de manera calculada entre aquellas personas a las que le cuesta decir que no o simplemente les da vergüenza interrumpir una conversación. En definitiva, se aprovechan de los más débiles para torturarlos con su labia infinita. Ha llegado la hora de decir basta. Los plastas tienen los días contados”.
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