Se va destapando lo del sur

El secretario del Ayuntamiento de Yaiza, Vicente Bartolomé, condenado la semana pasada por un delito continuado de prevaricación urbanística, confesó en el transcurso del juicio que los informes urbanísticos del municipio se los hacía su hijo de seis años.

Según el todavía secretario, “como los informes eran ‘meramente ilustrativos’ y carecían de toda relevancia jurídica, pensé que lo mejor era apelar al criterio del pequeño Vicentín, que según su maestra es muy espabilado para su edad”.

Además, continúa Bartolomé, “al hacer los informes de esta manera el alcalde y algunos empresarios lo agradecían muchísimo, hasta el punto de que ya nunca querían ver un informe por escrito e incluso llegaron a pedir que los dibujos fuesen a color para una mejor comprensión”.

El aparejador de la oficina técnica, Pablo Carrasco, también condenado en este asunto, alegó que “las fronteras de lo rústico y lo urbano no son siempre tan evidentes como alguien no ducho en materia urbanística podría pensar”.

“Según los expertos en psicotrópicos administrativos, un fajo de billetes de 500 euros sobre la mesa causa exactamente el mismo efecto que dos tripis. La realidad se difumina y los linderos se mueven por toda la oficina hasta el punto de no poder determinar lo que es legal y lo que no. Y de este drama que vivimos los técnicos de los ayuntamientos nadie se preocupa”, apostilló Carrasco.

Por su parte, la alcaldesa de Yaiza, Gladys Acuña, ha decidido no apartar de momento a los técnicos condenados por la Justicia hasta que, según declaró, “mi hija la mayor me diga si es lo mejor”.

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