Qué suerte (mal)vivir aquí

Una de cada cinco personas malvive en Canarias. El titular no deja de ser escandaloso por más que se haya convertido en una de esas noticias que aparecen en las pantallas periódicamente, cuando a algún aguafiestas se le ocurre hacer números para saber cómo anda la economía de los de abajo, y no sólo informar de la marcha del Ibex 35 o del Dow Jones.

De hecho, la noticia se vuelve cada vez más indignante, en la misma medidad en que nuestros representantes públicos se siguen empeñando en dirigir una gran farsa teatral donde lo único que parece importar es la apariencia de ser una comunidad rica y próspera gracias al maná que recibimos del turismo. El coste de algunas obras supérfluas como las que se citan en la viñeta, o el presupuesto de una televisión autonómica basura, inútil y absurda avivan aún más el fuego de esa indignación.

Y mientras situación se mantiene, la atención se sigue desviando a través de fuegos artificiales con formas de campos de golf y puertos deportivos llenos de glamour, o la legalización de hoteles por la vía de una Ley de Medidas Urgentes que no parece merecer la pobreza en las Islas, además de una intensa campaña mediática que trata de convencernos de que está todo controlado.

Si ante noticias como esta y en medio de una realidad tan sangrante a nadie se le ocurre pegarle fuego al Parlamento de Canarias, es que la cosa está mucho peor de lo que imaginamos.

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