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Creado en 09 Junio 2008 0 Comentarios

Chorizontes lejanos

byechorizonte

Los médicos del municipio de Tías empezaban a estar alarmados ante la avalancha de pacientes de la localidad que estaban acudiendo de último a sus consultas con los mismos achaques e idéntico cuadro clínico: decaimiento, malestar general, problemas de sueño, sensación de ahogo, pérdida de apetito y cambios de humor. O sea, el típico cuadro clínico de una depresión de camello. Nadie daba con la causa que podía estar provocando la pandemia… hasta que se hizo un estudio a pie de calle entre cientos de vecinos y se acabó descubriendo que el malestar que sufrían todos ellos tenía algo en común: todos echaban de menos encontrar tirada en algunas gasolineras, bares y otros centros culturales la revista apodada por los vecinos “El Chorizonte de Tías”, una publicación independiente, dependiente del Ayuntamiento, en donde todo se lo guisaban y se lo comían el alcalde adicto a los plenos con nocturnidad y alevosía y su chico de los recados, Mortadelo García Déniz. Los turistas ya la habían rebautizado, por su parte, como “The Timo the Tías Times”.

La revista, también conocida como el álbum de la Primera Comunión del alcalde, era un prodigio de rigor periodístico y pluralidad informativa, con sus treinta y tantas páginas repletas de ciento y pico fotos de José Juan qué Cruz, y ninguna de ningún miembro de la oposición, pese a que el Consistorio costeaba el bodrio mediante abusiva publicidad que finalmente pagaban todos los vecinos, incluso los que no votan al PSOE. Pero, una vez que José Juan perdió la mayoría absoluta y hubo de pactar con el PIL para seguir en la poltrona, los insularistas pusieron como una de las condiciones de ese pacto que el panfleto para el autobombo del alcalde se dejara de publicar, al menos a costa del Consistorio y, por extensión, de todos los vecinos.

Como dicen que incluso la mierda puede terminar siendo adictiva, ahora no pocos lugareños echan de menos el poder echarse unas risas viendo tamaña muestra impresa de hasta dónde puede llegar la desvergüenza de algunos políticos o la caradura de algún bufón que se hace llamar periodista.

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